LA HISTORIA DE VALERIA

LA CESÁREA DE LUKA

Luka nació hace poco más de dos años en lo que yo ahora llamo una ¨inneCESARIA¨. El día de la fecha probable de parto me interné y se realizo la cirugía ya que en la última ecografía se calculó que pesaba 4/4,500 kg y yo, según mi médico (ex médico en la actualidad), calzando solo 35 y midiendo 1.60 metros no iba a poder parirlo.
Cuando mi hijo finalmente nació peso 3,330 kg y midió 48 cm de largo.
La felicidad de tenerlo conmigo, sano, y de ser madre hizo que por un tiempo me olvidara de muchas cosas que pasaron, pero que podrían haber sido distintas.
Sin una razón realmente válida nos convencieron de que lo mejor para mi hijo y para mi era someternos a una cesárea. Me internaron, me prohibieron tomar líquidos y comer (desde el día anterior), me pusieron una vía con suero y me hicieron esperar. Por un problema personal de mi obstetra esperé con mi marido entre nueve y diez horas hasta que estuvieron en condiciones de atenderme. Me llevaron a la sala quirúrgica, me colocaron la anestesia peridural (entre médico y anestesiólogo se rieron del salto que di cuando sentí el pinchazo en la espalda), y cuando a los cinco minutos pregunté si la anestesia estaba haciendo efecto porque todavía podía mover las piernas, las enfermeras se quejaron diciendo que era imposible que no hiciera efecto, que me quedara tranquila que no iba a sentir nada. Me empezaron a abrir y cuando pregunté por qué mi marido no estaba conmigo se acordaron y lo dejaron pasar.
Mientras sacaban a mi hijo, todo el equipo médico charlaba sobre lo divertidas que eran las fiestas a las que mi obstetra solía ir los fines de semana, y cada tanto me acotaban: ¨No te preocupes mamita, que ni te vas a acordar de todo esto cuando veas la cara de tu bebé…¨. Y sí, tenían razón, la verdad es que hay cosas que al día de hoy debo tener olvidadas.
Finalmente me mostraron a Luka (yo pensaba que dentro de mi panza tenía un bebé enorme, y finalmente cuando lo conocí solo pude decir ¨que chiquitito que es…¨).
Mi bebé lo primero que hizo cuando estuvo a centímetros de mi rostro fue hacer pis, y ahí fue cuando me di cuenta de que tenía ambos brazos atados porque no pude ni secarme. Mi marido se fue con él a la nursery y yo me quede sola con las enfermeras que me cosían. Cuando me sacaron la sonda me comentaron que salía el tapón mucoso por lo que ¨estaba todo muy verde y lejísimo de haber podido comenzar un trabajo de parto…¨.
Al despedirse me dijeron ¨bueno mami, felicitaciones!, seguro que en dos o tres años volvemos a verte por acá para el segundo!...¨.
Obviamente ahora relato solamente las cosas que mas me dolieron, incluso mucho mas que el dolor físico de una cirugía que como tal tiene miles de riesgos de los cuales nadie te informa. Tuvimos suerte, muchísima, porque hay un altísimo porcentaje de madres y bebés que sí tienen horribles cosas para contar.
Que no se me malinterprete, las cesáreas salvan a muchos seres humanos, y son un maravilloso recurso de la medicina moderna para no perder vidas… pero lamentablemente el número de estos procedimientos que actualmente se realizan superan muchísimo a las que de verdad hubieran tenido lugar por indicación médica.
Y lo peor es que muchas madres piensan que sometiéndose a este tipo de operación quirúrgica los riesgos son menores a los de un parto por vía vaginal, total, ¨son tantas las cesáreas que se hacen por día que ya casi no hay riesgo…¨, ¨es una operación de rutina, no conozco a nadie que se haya muerto por una cesárea…¨; ¿quién acaso no escuchó esto alguna vez?...
La realidad es que las complicaciones existen  y son muchas, y las cesáreas deberían ser solamente para casos de riesgo. Los porcentajes bajarían notablemente solo si los futuros padres estuviéramos mas informados y nos hiciéramos cargo de la situación. Nosotros con nuestro primer hijo no lo hicimos, y hoy me arrepiento. Yo estaba tan ilusionada con el solo hecho de ser madre que ni pensé en la forma en la que mi hijo iba a nacer. Mientras fuera sano, que naciera como fuera.
Mi único consejo para los futuros padres es que se informen, que se empoderen, que lean, que hablen con otros padres, parteras, doulas; que no se queden con la primera opción si hay algo que no los convence, que luchen. Si por decisión propia la cesárea es lo que creen que es lo mejor con convicción, es completamente respetable; pero no dejen que nadie tome la decisión por ustedes. El poder lo tiene cada mamá y papá que va a traer a este mundo una nueva vida.
Si ustedes la concibieron, si esa mamá la llevó en su vientre, cuidó y protegió por nueve largos y hermosos meses, es también su derecho elegir como va a nacer esa nueva persona, tan o más importante para sus padres, que su propia vida. Como dice el gran Michel Odent, ¨Para cambiar el mundo es necesario cambiar el modo de nacer¨.

Luka y Valeria, luego de la INNE-cesárea, conociéndose.


EL PVDC DE GEMMA

El jueves 18/8  comencé con las primeras contracciones espaciadas, los intervalos entre 5 y 12 minutos. Al principio me costo creerlo, porque jamás había sentido una contracción y dudaba seriamente que Eso que sentía lo fuera, igual era emocionante porque Algo estaba pasando.
Algo que tarde o temprano iba a terminar con la llegada de mi beba.
Esa misma noche, de madrugada, nos empezamos a despedir del tapón mucoso. Otra vez estaba bastante escéptica, porque ya me habían dicho que lo mas probable es que viniera acompañado de los típicos hilitos de sangre, y la verdad que mi tapón era completamente transparente. Otra vez la duda... Será eso o solo flujo?. De cualquier forma esa noche volví a la cama, tolere el leve dolor y me dormí confiando en que tal vez al dia siguiente comenzara mi verdadero trabajo de parto.
Viernes paso igual. El sábado como veíamos que seguíamos con contracciones irregulares decidimos salir de paseo y llevamos a Luka a Paseo Alcorta, estuvimos hasta tarde en la plaza de juegos, recorrimos todos los pisos, comimos, fuimos al súper y despacito emprendimos la vuelta.
Nos acostamos alrededor de la 1 de la madrugada y ahí perdí la consciencia del tiempo porque me pareció que solo había sentido dos o tres contracciones entresueños y que no había dormido nada, pero Leo me dijo que cuando lo desperté era alrededor de las 3 por lo que algo tengo que haber dormido.
Dejamos a Luka en la cama y nos levantamos a contar las contracciones. Eran cada 3 o 4 minutos aproximadamente, entre algunas era imposible contar porque no había casi descanso entre ellas. Me pareció imposible... ¿Como un par de horas atrás casi ni las sentía en el paseo, y ahora eran casi constantes?.
Decidimos llamar a mi partera, que cuando escucho mi voz me pidió que fuera al Mater Dei en una hora, ella estaba lejos, pero otra partera de su confianza iba a estar esperándonos. Me aconsejo tomar un baño antes para relajarme y estar segura de que estaba en trabajo de parto.
Me metí en la ducha, pero aunque el agua me aliviaba el dolor seguía intolerable. jamás había sentido algo así, estaba consciente de todo pero perdí el control de mi cuerpo. Con cada contracción me retorcía en extrañas posiciones, gritaba y según mi marido gemía como si fuera de placer, aunque yo le gritaba y lloriqueaba que me moría de dolor.
Cuando tuve fuerza para levantarme salí del baño y me cambie. Leo ya había llamado a mi madre que estaba en camino.
Luka se despertó inevitablemente por todo el ruido que hice al cambiarme, mi madre llego, le dimos las ultimas indicaciones y le dejamos los regalos del dia del niño. Por suerte iba a tener algo para entretenerlo, aunque ese dia yo no pudiera festejarlo con el. Creo que todo pasa por algo, y sin saberlo habíamos festejado el dia anterior por ese que no íbamos a poder hacerlo.
Me despedí llorando pero aunque pensé que iba a tener la cabeza en él a la distancia admito que hasta que mi hija nació, no pude ni preocuparme por otra cosa.
Sabia que Luka estaba bien, y pude desconectarme de él para hacerlo con Gemma.
Mientras tomábamos el ascensor llamo a mi celular mi obstetra, estaba preocupado en la clínica porque veníamos muy demorados. Ahí me di cuenta de que en realidad había estado como una hora bajo el agua cuando en realidad se me habían hecho menos de 15 minutos.
Llegamos enseguida, la gente de recepción nos esperaba y nos pidieron que fuéramos al primer piso. Subimos solos por ascensor, y yo internamente festejaba porque ya me había imaginado discutiendo para no sentarme en una silla de ruedas como si estuviera enferma.
Nos encontramos con Guillermo, mi medico, y Lily, la partera. Lily me pidió hacer un tacto, el primero en todo el embarazo y ambos, medico y obstetra se asombraron porque solo tenia 2 cm. Genial, ¡seguro que ahora me tenia que volver a casa!.
La cara de los profesionales me asusto, tenían miedo. Guillermo me explico que por el tipo de contracciones que estaba teniendo él estaba seguro que mínimamente tenia 7 u 8 cm. Las contracciones literalmente no tenían pausa, y yo me retorcía de dolor gritando en los pasillos de la clínica.
Lily en el tacto quiso llegar a tocar la cicatriz de mi cesárea anterior pero estaba muy alta y no pudo. Se preocuparon mas porque no sabían de verdad que tan comprometidos estaban mi útero y mi cicatriz.
Me conectaron al monitor y comprobaron que las contracciones eran muy fuertes y sin descanso. Mi útero estaba sobreexigido. Tenía un trabajo de parto llamado ¨hipertónico¨.
Ya sabíamos lo que se venia, ahora nos decían que tenían que hacer una cesárea de emergencia porque temían rotura de útero, y yo, casi sin poder hablar, casi sin poder tolerar el dolor, asustada y frágil iba a acceder y mi marido, preocupado, con mucho temor iba a pedirles por favor que la hicieran.
Sin embargo, Guillermo y Lily nos dijeron que antes de hacer una cesárea había otra opción, pero que necesitaban nuestra autorización porque distaba bastante del parto humanizado, libre y respetado para el que tanto nos habíamos preparado y que tanto habíamos soñado. Nos dijeron que tal vez si lo conducían, podrían volver a las riendas el trabajo de parto. No era seguro que al final pudiera parir, pero para ellos era mejor intentarlo antes de operarme sin hacerlo.
Preguntamos el procedimiento y Guillermo fue sincero. Me dijo que quería ponerme una peridural para relajar el útero y ver primero si podía seguir dilatando con un útero mas tranquilo, y sin estar yo muriéndome de dolor. Luego en caso de haber dilatado podríamos encaminar el parto, pero por tener la anestesia iba a tener que parir acostada, conectada todo el tiempo al monitor y con suero. Era el combo completo de todo lo que no quería. En ese momento me pregunte internamente si no seria mejor hacer directamente la cesárea. Me conteste a mi misma que no, que si había una opción de parir aunque no fuera la que yo quisiera pero me permitiera evitar la cirugía tenia que tomarla. Le pregunte a Guillermo si con la peridural no cabía la posibilidad de que se frenara el trabajo de parto en los 2 cm, y me dijo que si cabía, pero que el esperaba que al estar el útero relajado pudiera seguir trabajando de manera normal.  Y así dijimos que si.
Llego el anestesista y nos preparamos para ir a la sala de partos. Tengo que admitir que pocas veces me encontré con un profesional tan amable, a diferencia del profesional que me tocó con Luka este medico era la atención personificada. Me dio tranquilidad en un momento que recordaba con mucho temor.
Al minuto desapareció todo el dolor, sabia que las contracciones continuaban porque las veía en el monitor y notaba la panza dura a cada minuto, pero ya no sentía nada.
Sentí el alivio en el cuerpo, pero me dolía muchísimo mi propio ego. Me había preparado tanto para el dolor, para ese dolor que me iba a permitir parir a mi hija que me sentí mal por no poder sentirlo.
Una vez mas me explicaron que la anestesia la aplicaban para que el trabajo de parto continuara, y que era la única forma que encontraban de que pudiera llegar a parir de forma vaginal, así que me convencí de que estábamos haciendo lo correcto.
Apagaron las luces, todos los profesionales se fueron y nos dejaron a Leo y a mi solos. Lily me dijo que volvería a revisarme en 15 minutos, y yo volví a pensar que seguro iban a operarme porque no iba a poder haber mucho avance en tan poco tiempo. ¡Si normalmente se demora horas en dilatar por completo!, pensaba yo.
En el siguiente tacto me dijo que había una mejoría, había dilatado 1 cm mas por lo que el trabajo avanzaba. había que esperar solo que siguiera así, aunque fuera lento. Mientras no se estancara podíamos esperar.
Media hora mas, y para sorpresa grupal... ¡Tenia dilatación completa!, 10 cm y estaba lista para parir a mi hija.
Lily fue a avisarle a mi obstetra y demás médicos, y nosotros con mi marido nos quedamos atontados, en menos de 1 hora había dilatado casi 8 cm. ¿Era real?, ¿lo habíamos superado?, ¿de verdad iba a cumplir mi sueño de traer al mundo a mi hija con este parto que tanto pero tanto imagine?.
Lily y Guillermo volvieron y me dijeron que Gemma todavía estaba alta, pero podíamos esperar o intentar con unos pujos de prueba.
Rompieron la bolsa para ver si ayudaba a que baje.
La anestesia se estaba yendo, pero no por completo. podía percibir la sensación de mi hija atravesando mi cuerpo, pero no sentía dolor ni la necesidad ferviente de pujar que tanto había idealizado.
Me explicaron como hacer la fuerza e hicimos un pujo de prueba. Lily me dijo que ya se podía ver la cabellera de Gemma e insto a Leo para que se acerque a mirar.
Escuchar esto me dio una energía terrible. Minutos antes estaba completamente somnolienta pero ahora creía que era el momento de mayor lucidez de mi vida.
Apagaron las luces otra vez e hicimos dos pujos mas, guiada por Lily porque yo no era plenamente consciente de cuando venia cada contracción. En el último me incorpore y vi como mi nena salía de adentro mio. Tenia una vuelta de cordón en el cuello.
El domingo 21/8 a las 9:10 horas nació Gemma. Con sangre, toda rojita por su esfuerzo, los ojitos abiertos... Hermosa.
Mi medico fue quien la recibió y me la coloco encima, sobre mi pecho. Un segundo antes, no me acuerdo quien me había corrido la bata para que pudiera tenerla piel con piel.
pensé en la primera vez que vi a Luka, y atesore junto a ese maravilloso recuerdo la primera vez que veía a mi hija.
No se cuanto tiempo la tuve encima mio pero se que me pareció poco, creo que aunque hubieran sido horas jamás hubiera sido suficiente.
Todo el tiempo que la tuve encima mio, Gemma me miro con sus ojitos bien abiertos. No lloro hasta que le cortaron el cordón, unos minutos después, ya en los brazos del orgulloso papa.
Fue con él a los primeros controles, y me quede tranquila porque Leandro sabia muy bien ante que rutinas ceder y cuales no.
Mi obstetra se quedo conmigo, me cosía mientras me preguntaba si estaba feliz... Que él ya sabia que no era lo que yo había planificado, pero que esperaba que estuviera contenta por haber podido parir. Que había sido un trabajo de parto hipertónico, peligroso en el comienzo pero que lo habíamos logrado.
¨Si, estoy feliz, le respondí.
Estoy feliz, orgullosa y plena a pesar de todo, por haberlo conseguido.
Le agradezco a él y a Lily por haberme tenido la confianza que por momentos ni yo me tuve, por recordarme que aunque estuviéramos tomando un camino alternativo al mio, íbamos en dirección a un mismo propósito.
Tuve un desgarro para el que necesité 12 puntos, que me dolió bastante pero ya casi termina de cicatrizar. Se que si hubiera podido elegir otra posición, y haber pujado de manera mas consciente seguro que el desgarro hubiera sido mucho menor, pero no hubo opción.
Hasta la semana 26 de mi embarazo yo ya tenia programada la cesárea en semana 38 sin ninguna razón valida. Solo porque dos años antes había nacido mi hijo en una INNEcesarea, y porque todavía no tenia la información necesaria para saber que si se puede parir luego de someterte a estas cirugías. Que siempre se puede parir porque el cuerpo esta naturalmente diseñado para eso.
Que hay que confiar en nuestra capacidad de mujeres para concebir, parir, y criar a nuestros hijos.
No fue 100% el parto sin intervención que soñé, pero definitivamente si lo sentí humanizado.
Fue el parto con el que logre parir a mi hija. Con el que YO logre PARIR a mi hija, a pesar de los inconvenientes que surgieron en el momento.
A veces pienso que hubiera pasado si mi pvdc (parto vaginal después de cesárea) hubiera sido en casa, si hubiera surgido el mismo trabajo de parto hipertónico, si lo hubiéramos sorteado de otra forma, con otras técnicas; o si de cualquier forma hubiéramos tenido que ir a la clínica por estas complicaciones.
No lo se. Pero si estoy segura de que hicimos todo lo posible para lograr la mejor llegada a este mundo de mi nena. Ahora es una bebita hermosa, tranquila, que adora pasear pegadita en el fular y dormir a la noche encima mio; que disfruta del agua y cuando se pone nerviosa se calma con el ruido de la lluvia o el agua que corre por la pileta. Es una beba feliz que esta creciendo tranquila, toma la teta con su hermano (en 11 días creció casi medio kilo y 3 cm), y cuando esta despierta nos sigue atenta, continuamente con la mirada.
Soy infinitamente feliz desde ese dia porque mi corazón es el doble de grande, tengo la suerte de tener una familia sana, y que me ama con la misma locura con la que los amo a ellos. Ya está, no puedo pedir mas nada.

Valeria Y Gemma, en su primera teteada, con 30 min de nacida mediante pvdc

1 comentario:

  1. Valeria,pudiste parirla!, tubiste el apoyo y la contencion en una institucion que tanto se necesita, si nos pidieran consentimientos a todas como a vos seguramente no estariamos exigiendo respeto!

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